La convulsiva aparición del cine moderno en los años sesenta fue un verdadero acontecimiento en la evolución de la cultura europea y, como sucede con todo acontecimiento, tuvo tormentas y bonanzas, zonas de misterio y efectos retardados. En todo caso delimitó la idea del cine como caja de resonancia de las dinámicas sociales y las prácticas artísticas. Y, tomado en bloque, constituyó una experiencia moral determinante para la sensibilidad contemporánea, afectando al paisaje colectivo de dos generaciones de espectadores. El presente volumen quiere indagar en este movimiento heterogéneo del cine moderno europeo entre l960 y l980. No al modo de un inventario enciclopédico, sino como un riguroso cuadro de reflexión sobre sus autores y sus ficciones para acentuar la identidad de una época que hizo del cine una experiencia fecunda abierta a todas las tormentas posibles. Y, como sucede con todo ensayo exploratorio, merodea en torno a la subjetividad como una manera de aprender a ver lo que todavía tenemos demasiado cerca y, sin embargo, permanece distante para la desheredada conciencia del espectador de nuestra época.