Estos 84 textos forman parte de la antología que en 1948 hizo Jardiel, recopilando en un único volumen una serie de trabajos cortos que había publicado durante los años veinte en diversas revistas cómicas como Buen Humor o Gutiérrez. Lo tituló para leer mientras sube el ascensor, haciendo referencia a la brevedad de los textos y satirizando a la vez lo mucho que tardaban los ascensores en llegar a su destino en aquellos años. Es esta una literatura diferente a la nos tiene acostumbrados en sus novelas y obras teatrales, pues se trata de textos muy claros y directos pero enormemente divertidos. En ellos hallará el lector sorprendentes genialidades y conocerá a un Jardiel distinto que sabía llevar su comicidad rabiosa desde el cuento tradicional hasta el refranero, las citas o incluso los programas de festejos de los pueblos españoles. Muy de destacar en este popurrí cómico que se le ofrece al lector son las aventuras del propio Jardiel con el insigne detective Sherlock Holmes, a quien acompaña en alguna de sus pesquisas, así como sus peripecias durante una estancia en el Hollywood de los años treinta cuando el humorista trabajó para la Fox Films Corporation. Por todo ello esta pequeña antología es considerada por los jardielescos como uno de los clásicos indiscutibles de la literatura de humor.
«Si vas a leer un sólo libro humorístico, que sea Para leer mientras sube el ascensor, de Enrique Jardiel Poncela, porque cuando el humor no es breve y chocante deja de ser humor para convertirse en otra cosa (por ejemplo, el Quijote)». Fernando Savater
Los más divertidos cuentos de Jardiel, escritos en su etapa más loca y surrealista.
Enrique Jardiel Poncela (Madrid, 1901-1952) es uno de los miembros más destacados de la que se ha dado en llamar «la generación inverosímil» (la versión en prosa de la Generación del 27) y está considerado como el renovador del humor español moderno. Su producción literaria es ingente. Pese a que se le conoce más como dramaturgo, nuestro hombre escribió también novelas, cuentos, poesías, ensayos, entrevistas, artículos periodísticos y guiones cinematográficos. Dirigió películas y fue asimismo empresario teatral. Su humor vanguardista y cosmopolita creó escuela y dejó una impronta jardielesca en los humoristas posteriores.
Aparte de su obra creativa, Jardiel Poncela fue un teórico del humor. Reconoció la superioridad de éste sobre el género dramático. Para él, la comicidad era uno de los mejores frutos de la civilización. Insistió en que el humor surge de la inteligencia y para poder apreciarlo y entenderlo en profundidad ha de poseerse una sólida cultura, una aguda sensibilidad, un buen conocimiento del propio idioma y una actitud sabia ante el mundo.
Enrique Jardiel Poncela fue uno de los escritores españoles más rupturistas de la primera mitad del siglo XX. Dramaturgo, novelista y guionista, conoció a Manuel Machado, quien le animó en su vocación, y a Ramón Gómez de la Serna que ejerció una gran influencia personal y literaria sobre él. Su obra, relacionada con el teatro del absurdo, se alejó del humor tradicional acercándose a otro más intelectual, inverosímil e ilógico, rompiendo así con el naturalismo tradicional imperante en el teatro español de la época, lo que le supuso no pocas críticas. A esto hay que sumar sus posteriores problemas con la censura franquista. Sin embargo, el paso de los años no ha hecho sino acrecentar su figura, y sus obras siguen representándose en la actualidad, habiéndose rodado, además, numerosas películas basadas en ellas. De su producción teatral destacan Una noche de primavera sin sueño (1927), Angelina o el honor de un brigadier (1934), Cuatro corazones con freno y marcha atrás (1936), Eloísa está debajo de un almendro (1940) y Los ladrones somos gente honrada (1941). Entre sus novelas más destacadas figuran Amor se escribe sin hache (1929), ¡Espérame en Siberia, vida mía! (1930) y La «tournée» de Dios (1932).