Poesía española es uno de los mayores monumentos de la crítica literaria. Con admiración la ha acogido durante décadas el mundo entero. No cabe duda de que constituye la obra capital de Dámaso Alonso y un hito de ejemplaridad. Por eso es tan difícil hablar de ella. En sus páginas (siempre nuevas, como recién brotadas) vemos cristalizado, y comunicado intensamente al lector, un hondo y maduro amor por la poesía. Las meditaciones y fulguraciones intuitivas del autor afectan a todo el entramado de la obra literaria, traspasan los objetivos comunes a este tipo de libros y nos llevan a un puro (y humanísimo) reino del arte. Nos sentimos felices, en plenitud. Poesía española no es sólo teoría. es también (gran singularidad en esta clase de estudios) ejercicio vivo, practicado limpiamente ante nosotros. Dámaso Alonso aplica sus métodos estilísticos (distintos según los casos, pues no hay una técnica única, sino variable según la insustituible intuición del científico) a Garcilaso, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Góngora, Lope de Vega y Quevedo. Ello da ocasión a magistrales interpretaciones y comentarios que vienen a corroborar las doctrinas expuestas. He aquí cumplida una maravilla: reunidas, teoría y práctica. fundidos en un haz, lector, crítico e investigador. trabados en síntesis feliz, el rigor conceptual, la pasión y la fuerza evocativa de Dámaso Alonso.
Dámaso Alonso (Madrid, 1898-1990) es el gran crítico de la Generación del 27, profesor de filología, erudito y director de la Real Academia entre 1968 y 1982. Su labor de investigación es vasta y esclarecedora. Destacan sus estudios sobre Góngora, el Romancero y la lírica tradicional. Su poesía anterior a la guerra es menor; pero en 1944 publicó un libro decisivo en la poesía española que marcaría el camino de varias promociones poéticas: Hijos de la ira. Fue premio Cervantes en 1978.