Vallejo resolvió renunciar del todo a la tradición poética previa; en un gesto de absoluta libertad estética, crea un lenguaje que expresa fielmente los aspectos más primarios, instintivos y oscuros del ser humano; es decir, se asomó a los bordes mismos de lo indecible, asumiendo los riesgos de resultar ininteligible o balbuceante. Es significativo que en 1922 sea el año en el que aparecieron The Waste Land de T. S. Eliot y el Ulysses de Joyce, al lado de los cuales bien puede colocarse Trilce: son tres distintas y altas manifestaciones de los profundos cambios que estaban produciéndose en la literatura occidental.
César Vallejo, uno de los poetas hispanoamericanos más destacables del siglo xx, nació en Santiago de Chuco, Perú, en 1892. Estudió medicina, filosofía, derecho y ejerció el magisterio. Constantes en la obra de Vallejo son la solidaridad con el sufrimiento humano, su rebeldía contra la sociedad, la fe en la utopía revolucionaria y la muerte. En 1918 publicó Los heraldos negros, su primer libro de poemas, de influencia modernista. Fue encarcelado en 1920 al ser acusado injustamente de robo e incendio durante una revuelta. En ese tiempo escribió algunos de los poemas que formarían su segundo libro, Trilce. En 1923 se trasladó a Europa. Estuvo en París, en donde conoció a Gris, a Huidobro, fundó la revista Favorables París Poema y terminaría siendo expulsado por razones políticas. En Moscú conoció a Maiakovski. En 1931 se trasladó a España, se afilió al Partido Comunista y publicó Rusia en 1931. Reflexiones al pie del Kremlin y su novela social Tungsteno. Al año siguiente regresó a París, en donde vivió de forma clandestina. Cuando estalló la Guerra Civil española, recogió fondos para la causa republicana y viajó a Madrid y Barcelona para participar en distintos congresos de escritores. Murió en París en 1938. Un año después se publicó su poema más político, España, aparta de mí este cáliz, y una recopilación de su obra poética con el título de Poemas humanos.