Un reportero frente al horror.
Durante los más de cincuenta años que Diego Carcedo ha trabajado como periodista por todo el mundo, ha pasado por situaciones de muchos tipos. Pero si algo las recorre a todas es una misma emoción: el miedo.
En Vietnam, en abril de 1975, vivió las últimas y dantescas horas de la evacuación de Saigón. El chófer que le llevaba de Nicaragua a Honduras durante la guerra del fútbol, en 1969, trató de dejarle inconsciente mientras dormía para robarle. Días después, ya en Honduras, una bala perdida se incrustó a pocos centímetros de su cabeza. En 1970, cubriendo el territorio de Áncash, con más de 70.000 muertos, el miedo se trocó en angustia cuando una mujer le suplicó que se llevara a su hijo, para que sobreviviera.
Otras veces, las razones para pasar miedo han sido, por fortuna, algo más pintorescas. En Filipinas, Carcedo se prestó a someterse a la curación de un sanador que afirmaba ser capaz de aliviar el dolor extrayendo las vísceras de sus pacientes sin dolor. En Uganda, una entrevista a Idi Amín casi se convierte en asunto de Estado a su regreso a España.
Diego Carcedo, asturiano y licenciado en Ciencias de la Información, es conocido sobre todo por su carrera periodística en RTVE, primero como enviado especial por los cinco continentes, luego como corresponsal en el extranjero -en Portugal y Estados Unidos- y más tarde como ejecutivo desde diferentes puestos de responsabilidad: director de los Servicios Informativos de Televisión Española, gerente de Relaciones Internacionales, director de Radio Nacional de España o consejero de Administración, cargo que ocupa actualmente. Ha publicado en Temas de Hoy Fusiles y claveles, Un español frente al holocausto, El 23 F y Neruda y el barco de la esperanza.