Como otros muchos poetas, Miguel Sánchez Robles se comporta como esos pájaros atraídos por los objetos brillantes. El los halla al escribir y resultan como esos sobres azules y preciosos en los que pone la palabra: Pista. Esas pistas ayudan a encontrar el sentido y a ver mejor y más hondo lo que de verdad ocurre en La Tierra. Producen un placer intelectual inigualable al que es muy difícil llegar por otros caminos más o menos prohibidos. Sin esas pistas brillantes la existencia sería mucho más pobre y la vida se reduciría a las de esos tristes y pacientes herbívoros a los que se les borran todos los caminos y se les seca por entero el agua de los ojos.
Miguel Sánchez Robles, Caravaca de la Cruz (Murcia). Es catedrático de Geografía e Historia y escritor. Ha recibido, entre otros, los premios de poesía: Miguel Hernández, Leonor, Esquío, Barcarola, Vicente Aleixandre, Ciudad de Irún, Blas de Otero, Claudio Rodríguez, Gabriel Celaya... En narrativa: José Nogales, Camilo José Cela, Julio Cortázar, Fernández Lema, Ignacio Aldecoa, Gerard Brenan, La Felguera... Es autor de las novelas La tristeza del barro (premio Javier Tomeo de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y el Fray Luis de León), Donde empieza la Nada (premio de la Diputación de Córdoba), Nunca la vida es nuestra (Premio a la Creación Literaria de la Junta de Castilla y León) y Corazones de cordero. En ensayo ha publicado el libro El sentido del mundo (premio Becerro de Bengoa de la Diputación Foral de Álava). Entre sus obras destacan: Muro de escribir cosas que me dicen que existo, Treinta maneras de mirar la lluvia, La vida que nos vive, Instrucciones para reiniciar un cerebro, Las palabras oscuras...