Las Sonatas de Valle Inclán, publicadas entre 1902 y 1905, probablemente la cumbre del modernismo español, son, en palabras de Antonio Ferres, «una obra excepcional y única en la literatura española, y cuya lectura nos parece indispensable». Las Sonatas son, en gran parte, un libro de humor, pues Valle, como Cervantes hizo con el Quijote, ironiza y hace parodia de las modas y los géneros literarios, a la vez que del mundo, con tanto talento que el resultado es una obra maestra, de enorme amenidad, transgresora, inclasificable antecedente del esperpento, cabría decir que entre el humor, la novela erótica y la novela histórica, todo ello sometido al excelso cuidado formal. Nos dice Ferres: «Valle-Inclán es probablemente el escritor español que más se ha preocupado por la forma y la musicalidad de la prosa, sabe que el escritor es un mago -o quiere serlo- y conoce que la obra literaria es una aventura de la imaginación, una experiencia de lectura abierta». Y continúa: «los lectores de las Sonatas han de embriagarse con la musicalidad de las palabras». Una musicalidad que se hace explícita desde el título. A tra
Ramón del Valle-Inclán fue un novelista, poeta y autor dramático español, además de cuentista, ensayista y periodista. Inicia estudios universitarios, pero no termina la carrera de Derecho, ya que muy pronto se decanta por la literatura. Tras pasar una temporada en Madrid, marcha a México donde escribe para la prensa y, sobre todo, conoce y asimila el Modernismo. Vuelve a Madrid y se incorpora a la vida cultural y bohemia de la ciudad como promotor del Modernismo. Provocativo y extravagante, su estilo literario evolucionó desde un exuberante modernismo y un maduro expresionismo hasta sus peculiares composiciones esperpénticas. De entre su obra destacan las cuatro Sonatas (de primavera, de estío, de otoño y de invierno), que suponen la culminación del modernismo español