Nadie sabe mucho de Tiffani Figueroa. Se dice que es ex policía y que ahora trabaja por su cuenta. Ha estado casada. Varias veces. Nunca pierde al póquer. No si está sobria. Conduce como un demonio. Se cuenta que estuvo en la frontera, que allí cometió un crimen horrible, pero también que tal vez lo horrible hubiera sido no cometerlo. Se encuentra en paradero desconocido. Este libro invita a un viaje peligroso por paisajes fronterizos, desolados y fantasmales. Envuelta en una luz extraña e hipnótica, su protagonista se nos presenta desde distintos ángulos, como a través de los fragmentos de un espejo roto. Las historias que lo integran, engarzadas por un sutil entramado, son las piezas de un mecanismo delicado y preciso: amartillado y listo para la detonación. «Submáquina ( ) no es comida rápida sino alta gastronomía literaria. Su lectura por lo tanto no debe ser voraz, sino atenta y gustativa.» (Del prólogo de Fernando Royuela)
(Málaga, 1963) vive en Madrid desde 1970, donde estudió Psicología Clínica y Dirección de Cine. Ha publicado Coda (2003), Submáquina (2009), Las crudas (2009) y Mamut (2013), además de relatos en diversas antologías y revistas. Es traductora del inglés y colabora habitualmente en la revista Jot Down. En la actualidad prepara su primer largometraje como directora.