Desde hace algunos años se aprecia en Occidente un renovado interés por los iconos. Gentes muy dispares se acercan a ellos por distintas motivaciones. Hay personas que buscan satisfacer su interés estético, otras desean tener una experiencia esotérica, a
Leonid A. Uspenski nació el año 1902, cuando los zares gobernaban Rusia, en el seno de una familia con posesiones en el campo. En su juventud participó en las guerras civiles que provocó la revolución. Tuvo que exiliarse primero a Turquía, después a Bulgaria y por último a Francia, adonde llega en 1926. Fue en París donde entró en contacto con los iconos y decidió consagrar su vida a su estudio. En 1930, Uspenski se incorpora a la Hermandad de San Focio, grupo del que surgió en 1944 una facultad de Teología ortodoxa: el Instituto de San Dionisio. Allí conjugará una triple actividad: iconógrafo-restaurador, docente y teólogo, autor de múltiples publicaciones cuya cumbre es su «Teología del icono». Uspenski no sólo enseñaba una técnica, sino que transmitía la tradición de la Iglesia, de modo que es el Espíritu el que actúa en el creador del icono. Falleció a finales de 1987.