Junto con Adorno, Horkheimer es uno de los principales orientadores de la llamada Escuela de Francfort. Su pensamiento se desarrolló en íntimo contacto con la realidad histórica de la década de 1930: el ascenso del régimen nazi en Alemania y la consolidación del stalinismo en la Unión Soviética. Si las condiciones objetivas estaban maduras para una transformación revolucionaria, el hecho de que esta no se produjera subrayaba la importancia decisiva de la ideología, de la falsa conciencia, de la estructura psíquica de los individuos. He ahí, quizá, su contribución más original: estudiar el proceso social en la totalidad de sus momentos, incluidos los fenómenos de conciencia. Retomando un marxismo de raíz lukacsiana, Horkheimer desarrolla magistralmente estos temas armado de una original concepción de la dialéctica: la teoría crítica, cuya acta de nacimiento constituyen estos ensayos y cuenta entre las contribuciones más importantes para la elucidación de aquella idea de Marx según la cual el ser social determina la conciencia social, al tiempo que es la matriz teórica que permite comprender muchos de los desarrollos del pensamiento contemporáneo.
Nombrado en 1930 ordinario de la cátedra de filosofía social y director del Instituto de Investigación Social en Fránkfort, desarrolló un nuevo concepto de teoría social, con una intención emancipativo-práctica, al que denominó Teoría Crítica. De acuerdo con su orientación materialista y crítico-dialéctica, no dio forma de sistema a esta teoría, sino que la elaboró en el trabajo multidisciplinar, en una compenetración dialéctica de ciencias y filosofía. A partir de 1933, poco antes de la llegada al poder de Hitler, emigró, junto a la mayoría de sus colaboradores en el Instituto, a Estados Unidos. Allí su teoría fue evolucionando hacia una autocrítica radical de la Ilustración, que dio origen a sus dos obras fundamentales: Dialéctica de la Ilustración (2005), escrita en colaboración con Th. W. Adorno, y Crítica de la razón instrumental (2002), publicadas en esta Editorial. Tras su regreso a Alemania, asumió de nuevo, por un breve periodo, la actividad académica y la dirección del Instituto, pero no reeditó su Teoría Crítica. Su producción se limita, en las nuevas condiciones históricas, a artículos, conferencias y, sobre todo, a lúcidos y penetrantes aforismos, en los que actualiza la crítica de sus dos obras fundamentales a una sociedad encaminada hacia el «mundo administrado» y sometida al imperio de la razón instrumental. De ahí la reivindicación que hace Horkheimer del pensamiento autónomo en cuanto negación de lo existente y de la religión como resistencia y solidaridad, en los textos reunidos en Anhelo de justicia (2000) y en Sociedad, razón y libertad (2005), ambas obras publicadas en esta Editorial.