Georg Heym (1887-1912) forma parte de la llamada primera etapa del Expresionismo alemán (1910-1914). A pesar de su muerte prematura con solo veinticuatro años, Heym ocupa un lugar destacado entre los grandes nombres de la literatura expresionista como Gottfried Benn, Georg Trakl o Else Lasker-Schüler. Umbra vitae, publicado de manera póstuma el mismo año de su muerte, es la obra que lo consagra. Los poemas de este libro, más maduro y osado que El día eterno (1911), recogen una atmósfera de amenaza y peligro que se agazapa en la sombra, envolviendo al poeta y revelándole como en sueños, proféticamente, los tormentos de la guerra, el sufrimiento y la aniquilación del ser humano, y su propio final. Umbra vitae no tardó en despertar el interés del artista Ernst Ludwig Kirchner, quien realizó una serie de grabados en madera para la reedición del libro en 1924. El resultado no solo funde texto e imagen, sino que nos narra dos historias: la de dos hombres que han sufrido, dos hermanos espirituales que transmiten el presentimiento o la experiencia de la muerte. La conjunción de imagen y texto hace de Umbra vitae una
Georg Heym es un orgulloso heredero de Hölderlin, Novalis, Büchner, Baudelaire, Stendhal, Rimbaud, Verlaine, Keats o Poe, entre otros, además de filósofos como Arthur Schopenhauer o Friedrich Nietzsche. Formó parte del círculo alemán de literatura expresionista Der Neue Club, donde dio a conocer su poesía entre los jóvenes escritores y artistas de la época. Publicó en revistas emblemáticas como Der Demokrat, Der Sturm o Die Aktion. Su obra poética figura entre los grandes nombres de la lírica expresionista alemana junto con Gottfried Benn, Georg Trakl o Else Lasker-Schüler.