En el minúsculo local del Sportlereck ha ocurrido un hecho inaudito que parece haber pasado desapercibido para la mayoría de los espectadores que esa noche contemplan absortos el partido de fútbol que disputa Alemania en el campeonato de Europa. Bajo una de las mesas de delante yace una oreja. Dieter Rotmund lo sabe enseguida: sólo puede ser la suya. ¿Lo habrá notado alguien? ¿Cómo se las arregla uno en la vida cotidiana cuando se le desprenden partes de su cuerpo? Dieter es, a sus cuarenta y tres años, una persona relativamente culta que trabaja para una compañía farmacéutica y que contempla la realidad con una cierta indiferencia. El fracaso de su matrimonio es posiblemente la razón de su escaso interés en los fenómenos de la vida. La realidad se le antoja aburrida, absurda, complicada e improductiva. Sin embargo, después de haber perdido la oreja izquierda, sufrirá aún otras carencias, y como por ensalmo, descubrirá en los detalles más nimios una nueva y asombrosa realidad.