Berlín, 1945. El Oficial de Control de Narcóticos Arthur J. Giuliani llega del sector estadounidense de la ciudad con la tarea de restablecer el orden en las calles de la antigua capital del Reich. Por todas partes son aún visibles las heridas abiertas por las bombas británicas, americanas y rusas, y en este paisaje desolador cada vez más gente recurre al uso de sustancias psicoactivas. Si hasta hace poco habían sido los estimulantes y los sedantes los que habían enfrentado a la sociedad con el problema de su regulación, en 1943 apareció en escena un nuevo tipo de droga, los alucinógenos, cuando el joven químico Albert Hofmann descubrió accidentalmente el LSD en los laboratorios de Sandoz en Basilea.
Cinco años más tarde, el Dr. Henry Beecher, profesor de Harvard, empezó a trabajar con el gobierno estadounidense para investigar el uso que los nazis hacían primero de la mescalina y luego del LSD como "suero de la verdad". Esta investigación allanó el camino a la mayor operación de inteligencia estadounidense para estudiar técnicas de control mental: MKULTRA, el infame programa de experimentos llevado a cabo por la CIA en los años 50 y 60, que utilizó LSD y métodos de tortura y manipulación mental para extraer confesiones. MKULTRA, que se creó con el objetivo de aniquilar a los enemigos comunistas de Estados Unidos y luego para imponer la manipulación masiva de la conciencia a toda una generación de estadounidenses, acabaría configurando la política antidroga estadounidense durante más de medio siglo.
Norman Ohler investiga la relación, a menudo sesgada, entre la investigación científica, los gobiernos y la cultura de las drogas, que dio forma a las políticas prohibicionistas de drogas del siglo XX. Y lo hace presentándonos a un elenco de personajes que van desde Albert Hofmann a los agentes de la Oficina Federal de Estupefacientes, desde Richard Nixon a Elvis Presley, pasando por los inspiradores más célebres de la contracultura de los 60, como Aldous Huxley, John Lennon y Timothy Leary.
Norman Ohler se licenció en periodismo en la Universidad de Hamburgo y cursó estudios en ciencias culturales y filosofía. Es autor de novelas, ha sido corresponsal en Ramallah, Palestina, y ha escrito guiones cinematográficos. Ha recibido numerosos premios y becas.
El gran delirio es su primera obra de no ficción, para escribirla ha estado cinco años investigando en archivos alemanes y estadounidenses.