En los tiempos de las guerras napoleónicas, dos oficiales franceses, Feraud y D´Hubert, se baten en duelo sin que haya una razón clara para ello. A partir de ese momento, surgirá entre ellos una extraña y encarnizada rivalidad que les llevará a enfrentarse en numerosas ocasiones durante más de quince años. Joseph Conrad escribió la novela corta Una cuestión de honor, una historia militar en 1907. Un año después cambió su título por el de El duelo, incluyéndola en la colección Seis relatos editada en Inglaterra. La edición norteamericana de 1908, que es la que esta edición utiliza como referencia, mantuvo sin embargo el título y otros aspectos del original. El tema de la obra no es otro que el de la estupidez humana: cómo, a partir de una situación sin mayor importancia, los hombres somos capaces, sea por inercia, por cobardía o por pensar que no cabía otra opción, de llegar hasta la locura más extrema, y cómo sobre todo podemos ser capaces de prolongar dicha locura en el tiempo. Esta novela, admirada por autores como Kafka, Beckett o Philip Roth, anuncia de un modo magistral y muy divertido uno de los grandes temas de la literatura moderna y contemporánea: el absurdo y la monotonía como elementos esenciales de la condición humana.
Joseph Conrad (Józef Teodor Konrad Korzeniowski, 1857-1924) De origen polaco, perdió a sus padres cuando era niño y con sólo 17 años se embarcó por primera vez en Francia para iniciar su aprendizaje en la marina mercante. En 1886 obtuvo la nacionalidad británica y, ocho años después, abandonó la marina para dedicarse en exclusiva a la literatura. Pronto se convirtió en uno de los escritores fundamentales de la literatura inglesa, con grandes éxitos como El negro del Narcissus, El corazón de las tinieblas, Lord Jim, Tifón, El agente secreto, Victoria y Entre la tierra y el mar (Belacqva, 2006), entre otros. Cuando murió, había tenido tiempo de contrabandear armas para los revolucionarios carlistas en España, de viajar desde el archipiélago malayo hasta la costa caribe de Colombia, de tener dos hijos y escribir más de veinte libros, de ser admirado por Henry James y por André Gide, de negarse a recibir los máximos honores de la Corona Británica y de cambiar para siempre el arte de la novela.