Desde que se suicidara en 1972, Alejandra Pizarnik ha ido adquiriendo poco a poco naturaleza de mito y perfil de leyenda. Autora de culto, venerada por varias generaciones de lectores, Pizarnik se cuenta ya entre las escritoras latinoamericanas más importantes del siglo XX. Su poesía íntegramente publicada por Lumen ha cosechado numerosos adeptos incondicionales, ha creado escuela y la ha hecho mundialmente famosa. Ahora llegan por fin sus diarios, esperadísimos y totalmente inéditos, la obra de toda su vida, el laboratorio de su obra poética y ensayística, el testimonio estremecedor de su atormentada vida, la crónica de ese descenso al infierno de las palabras y de la existencia que fue su biografía. Ana Becciu, máxima especialista en la obra de la poeta argentina, ha llevado a cabo una selección de los diarios originales un manuscrito monumental a fin de publicar lo más esencial del pensamiento literario de la autora, de sus reflexiones acerca del amor y la muerte, de los resultados de su autoanálisis. En definitiva, estos Diarios constituyen una fascinante autobiografía, sin duda uno de los textos memorialísticos más importantes del pasado siglo.
Alejandra Pizarnik nació en Buenos Aires en 1936 en una familia de inmigrantes judíos de origen ruso y eslovaco.
Publicó su primer libro, titulado La tierra más ajena, en 1955. Le siguieron La última inocencia en 1956 y Las aventuras perdidas en 1958.
Entre 1960 y 1964 se instaló en París y ahí colaboró con distintas revistas y diarios. De esa época procede su amistad con Julio Cortázar, Rosa Chacel y Octavio Paz, quien prologó su cuarto poemario, titulado El árbol de Diana (1962).
En 1964 regresó a Buenos Aires y publicó sus obras más conocidas: Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de la locura (1968) y El infierno musical (1971). Desde 1954 en adelante, Pizarnik fue redactando sus Diarios (Lumen, 2013) que la acompañaron hasta los últimos días de su vida. Lumen también ha publicado su Prosa completa (2016).
En 1972, a la edad de treinta y seis años, decidió morir en la misma ciudad donde había nacido.