Como para San Agustín, que comparó la belleza de la historia humana con una melodía, la sucesión de los siglos también es para Ginzburg un canto que nadie puede escuchar en su totalidad. Siguiendo huellas, recurriendo a metáforas, empleando perspectivas que acercan lo extraño o provocan extrañamiento sobre lo familiar, el historiador Carlo Ginzburg persigue la reconstrucción de esa música a partir de fragmentos diversos.
Del conjunto de escritos recogidos en Mitos, emblemas, indicios, un clásico de la historiografía moderna, destaca el ensayo «Indicios. Raíces de un paradigma indiciario», de gran impacto y amplia repercusión en el ámbito académico, en donde Ginzburg asienta las bases de la microhistoria cultural: una disciplina que estudia cómo se desarrollan las sociedades a través de hechos cotidianos y aparentemente intrascendentes, pero que expresan los desarrollos histórico-sociales de cada momento.
En él, Ginzburg analiza el funcionamiento del "paradigma indiciario", un método de conocimiento de la realidad utilizado desde los albores de los tiempos que no necesitaba apelar a la construcción de leyes, generalizaciones o regularidades. Empleado desde épocas remotas por los cazadores primitivos y difundido a lo largo del siglo XIX entre intelectuales de distintas procedencias como G. Morelli (crítico de arte), Arthur Conan Doyle (creador del detective Sherlok Holmes) o Sigmund Freud, el paradigma de los indicios propone un conocimiento histórico basado en la recopilación e interconexión morfológica de huellas, rastros o síntomas.
«Carlo Ginzburg mueve sus reflexiones con el ritmo justo, conjugando erudición con profundidad y dando cuerpo a una nueva manera de pensar la historia» Claudio Martyniuk, Clarín (2007)
«Carlo Ginzburg, es considerado el más eminente historiador italiano de su generación. »
Alexander Stille, The New