LINDGREN, ASTRID / KONDO, KATSUYA (Ilustración)
La noche en que nació Ronia, los truenos retumbaron en las montañas y un
rayo partió el castillo de los ladrones en dos. Así comienza la historia de Ronia,
en una noche tan extraordinaria como lo será su vida.
El padre de Ronia, un ladrón de piel dura, se quiebra ante la decisión
irrebatible de su hija cuando abandona el hogar para entender su historia.
Ronia lucha por la verdad y la amistad.
Astrid Lindgren tiene la capacidad de construir personajes seguros,
auténticos, únicos e independientes que deciden lo que hacer con sus vidas
ante situaciones difíciles. Sus personajes quedan fuera de los estereotipos
masculinos y femeninos, tanto niños como niñas protagonizan por igual sus
historias. Ronia aprende del mundo salvaje las lecciones necesarias para
sobrevivir.
Una permanente tensión entre un mundo infantil lleno de inocencia
y la fuerza opresora de los adultos.
Astrid nos propone una nueva forma de mirar la infancia.
Astrid Lindgren nació en Näs, una granja de color rojo muy cerca de Vimmerby, en Suecia, el 14 de noviembre de 1907. Es una de las escritoras de libros para niños más leídas del mundo y ha sido traducida a 107 idiomas. Siempre estuvo del lado de la infancia, ese lugar que nunca quiso abandonar. A los niños les dio el poder de ser independientes y ellos siempre estuvieron de su parte. Durante toda su vida se opuso a la injusticia y se convirtió en una de las más importantes creadoras de opinión. Con 68 años escribió un artículo para el diario sueco Expressen, titulado Pomperipossa en Monismania, denunciando el sistema de impuestos sueco; la consecuencia fue la reforma de la legislación fiscal y la caída del gobierno de ese momento. Gracias a ella se promulgaron leyes como la que se aprobó en 1988 contra el maltrato animal, conocida como «Ley Lindgren» en su honor, o la de 1979 contra la violencia infantil, que nace de su discurso «¡Violencia, jamás!». Astrid Lindgren siguió subiéndose a los árboles durante toda su vida y nunca perdió la mirada de niña ni el humor.