Diccionario provisional de pérdidas es sin duda el ensayo más ambicioso de Miguel Albero. Estamos ante un diccionario que se lee, no se consulta, como nos informa el autor en el prólogo, donde además nos propone una lectura lineal del mismo o, como él lo llama, «marcarse un Rayuela», yendo de una entrada a otra en función de su afinidad semántica.
Desde la primera entrada (A. Pérdida de cuanto sigue) a la última (UBICUIDAD. Pérdida de la localización), el lector asiste a un festival de pérdidas, de las más evidentes (AMNESIA. Pérdida de la memoria) a las más sutiles (CASI. Pérdida del todo), de las más tremendas (APOCALIPSIS. Pérdida del futuro) a las más surreales (PERDIDA. Pérdida de la tilde de pérdida), de los inexistentes PARAÍSOS PERDIDOS al maravilloso
SALÓN DE LOS PASOS PERDIDOS. Piérdase pues el lector en este libro, no le defraudará.
Miguel Albero nació en Madrid en 1967. Desde
entonces ha ido cumpliendo años con impecable puntualidad. Ha vivido, por
razones de índole laboral, en Dakar y Roma, capitales cuyas íntimas afinidades
apenas precisan explicación. En la actualidad reside en Mendoza (Argentina),
rodeado de viñedos que tampoco son suyos. Principiante
también como escritor, Albero
demuestra, contrariamente a sus personajes, una desenvuelta ironía y una
originalidad de planteamientos que hacen de él un magnífico contador de historias.