?León Bloy es el profeta de los tiempos modernos, ante los cuales todos los demás parecen mudos. Vitupera mejor que los profetas; su fuego se alimenta de todo el estiércol de nuestra época?. Franz Kafka ?León Bloy es uno de los siete escritores que forman el censo heterogéneo de los autores que continuamente releo?. Jorge Luis Borges El desesperado es el autor mismo, y grita denostando y maldiciendo con toda la fuerza de su desesperación. El desesperado, es a mi entender la obra maestra de León Bloy. Rubén Darío ?La radicalidad de León Bloy asusta. No es un maldito ni un simbolista, sino un panfletista que utiliza las palabras para desnudar la miseria del mundo moderno?. Rafael Narbona El desesperado es un enjambre de luces y de sombras, de imágenes y de símbolos, de diatribas y de emociones. Tiene la cualidad de atrapar a quienes lean esta novela y lanzarlos a un universo impensado, revelando visiones paradisíacas e infernales que provocan, por momentos, serenas melancolías. Feroz en sus opiniones, el corazón de Bloy se vuelve compasivo ante el espectáculo del sufrimiento. León Bloy escribió El desesperado como si estuviera barrenando, y en nombre del Pobre rechaza el presuntuoso humanismo burgués y clerical. Esta novela ?llameante? se levanta como un gigantesco dique frente a un conformismo muy evidente en la actualidad. Admirado, entre otros, por Alfred Jarry, Georges Bernanos, Jorge Luis Borges, Franz Kafka, Georges Bataille, Heinrich Böll, Michel Houellebecq, Roland Barthes, etc., León Bloy es un deliberado iracundo, luchando contra un mundo al borde del desastre. De toda la extensa obra que escribió León Bloy, El desesperado es, quizás, una de sus creaciones mejor construidas, porque en esta novela escrita en plena madurez artística, llega a concretar sus ideales, a pulir su estilo y a ser un magistral innovador en la elaboración de los personajes.
Léon Bloy (1846-1917), panfletario y romántico, nació en el Périgueux el 11 de julio de 1846. Su padre fue masón volteriano y su madre católica devota. En 1867 se trasladó a París. Entre sus obras destacan Le Désespéré (1886), Le Salut par les juifs (1892), Histoires désobligeantes (1894). En esta misma editorial hemos presentado ya su Exégesis de los lugares comunes (1902 y 1913; Acantilado, 2007) y Diarios (Acantilado, 2007).