Dieciocho personajes políticos de la historia contemporánea aparecen en este libro de Oriana Fallaci. Dieciocho personajes implacablemente analizados, viviseccionados, gracias a esa técnica insólita de la entrevista de la que sólo ella poseía el secreto. Kissinger, Brandt, el Sha de Persia, Nenni, Indira Gandhi, Golda Meir, el Negus, Hussein... «Dieciocho monstruos sagrados de espaldas a la pared», como dijo el crítico y novelista Michele Prisco. Más que entrevistados, esos personajes, se nos aparecen radiografiados, con sus transparencias y opacidades, su inseguridad o su valor. Tratados con simpatía o con impertinencia; con ternura o con espíritu corrosivo, pero siempre con un celoso respeto a la dignidad humana, todos los retratos de este libro constituyen un testimonio inapreciable de nuestro pasado más reciente, una fuente a la que deberán acudir algún día los que quieran conocer más profundamente algún aspecto de la sociedad de nuestro tiempo. De este modo, Fallaci se convierte en un testigo que sirve de vitrina a los hombres públicos, y que resulta en extremo incómodo, ya que su testimonio del poder
Nacida en 1930 en Florencia, fue educada en una familia antifascista y su padre fue líder en la lucha contra Mussolini. Como periodista colaboró con publicaciones como Il Corriere della Sera, Le Nouvel Observateur, Der Stern, Life, The New York Times o The Washington Post. Como corresponsal de guerra cubrió los principales conflictos de nuestro tiempo: Vietnam, las revoluciones latinoamericanas (Brasil, Perú, Argentina, Bolivia, así como de la Masacre de Tlatelolco en Ciudad de México, donde fue una de las únicas supervivientes tras ser alcanzada por disparos de la policía), Líbano y Kuwait.
Fallaci se hizo célebre por sus desafiantes entrevistas con figuras poderosas como Willy Brandt, Lech Walesa, Moammar Gaddafi, Ariel Sharon, el Shah de Irán, Indira Gandhi o Deng Xiaoping. Fue la única persona en entrevistar al ayatolá Jomeini a quien, en un momento que ha pasado a la historia del periodismo, lanzó con furia su chador tras hacerlo trizas. Terminó sus días amargamente decepcionada con la cultura occidental por fracasar ante el auge del Islam radical. Falleció en su Florencia natal el 15 de septiembre de 2006.