El periodista de «La pluma de Dumbo», convencido desde joven de que algún día sería un gran escritor, escucha un comentario cáustico de su hijo sobre la gran novela que nunca llega; en «Inodoro», un electricista se queda dormido en la casa vacía donde está trabajando, y, cuando despierta, una chica de voz seductora lo llama desde el lavabo; Drake, el joven basurero abandonado por su mujer de «Ultraje» convierte por una noche el camión de la basura en un barco pirata. Y en «Extinción del dálmata» y «La muerte del autor» se cuentan los irónicos, terribles grandes finales de dos hombres, de dos antiguas lenguas que se extinguen con ellos.Pero en Hipotermia hay mucho más. Porque en este libro, entre relatos cerrados, apretados, redondos, que se anillan unos con otros y al hacerlo se resignifican, hay tres novelas reducidas a sus momentos climáticos: la del escritor de libros de autoayuda que, corrompido por las disciplinas que predica, destruye su universo emocional y acaba como profesor en Boston, el infierno; la del ejecutivo del Banco Mundial que de tanto fingir que es otro ya sólo puede percibir la realidad
Álvaro Enrigue nació en México en 1969. Ha vivido entre el Distrito Federal y Washington D.C, y ahora reside en Nueva York. Ha sido profesor de Literatura en la Universidad Iberoamericana y de Escritura Creativa en la de Maryland. Se dedica desde 1990 a la crítica literaria, y ha colaborado en revistas y periódicos de México y España. A su regreso a México, después de una breve etapa como editor de literatura del Fondo de Cultura Económica, pasó a formar parte de la revista Letras Libres y posteriormente fue editor de Conaculta. Ganó el Premio de Primera Novela Joaquín Mortiz con La muerte de un instalador, en 1996. En Anagrama ha publicado Hipotermia y Vidas perpendiculares. Ha sido seleccionado por la New York Public Library como escritor residente en 2011 y 2012 junto a Jonathan Safran Foer y James Fenton después de la publicación en México y España de Decencia.