Cuando en 1925 apareció en Inglaterra la primera versión occidental de La historia de
Genji, los críticos quedaron admirados ante su magnitud literaria y el insospechado mundo
que revelaba, de una sensibilidad y desarrollo narrativo sorprendentes. La novela no sólo era
una de las más antiguas del mundo, comparable en calidad con los grandes clásicos occidentales,
sino que además tenía la particularidad de haber sido escrita hace mil años por
una mujer japonesa. Sin saberlo, Murasaki Shikibu había escrito la primera novela psicológica
del mundo. La primera gran obra literaria de carácter universal capaz de hacer un
retrato minucioso de toda una sociedad; en este caso, de una de las más refinadas de la
Edad Media. Debido a su gran extensión y a la sociedad que retrata, se ha comparado La historia
de Genji con la obra inmortal de Proust, entre otras cosas, porque su tema central es
también la meditación sobre el tiempo. Aunque no se debe olvidar que todo el trasfondo de
esta novela descansa sobre una visión esencialmente budista; y que para la dama Murasaki
todo el brillante mundo amoroso, tan pleno de intrigas cortesanas, que describe con tanta
precisión, no es otra cosa que una bella y triste sucesión de escenas cuyo fugaz esplendor
tiene, en realidad, la misma consistencia de los sueños.
Esta es la primera traducción fiel y completa que se realiza a nuestra lengua de este gran
clásico universal. Para ello, Jordi Fibla se ha basado en la más reciente versión inglesa de
Royall Tyler, profesor emérito de japonés de la universidad nacional de Australia, publicada
en 2001 por Penguin. De su meticulosa traducción, el New York Times Review ha dicho que
se trata del trabajo «más detallista y fiel que existe en el mundo hasta el momento». Por
eso, esta edición además de ajustarse pulcramente a la versión original, ha querido conservar
sus cerca de mil notas, además de sus 104 ilustraciones, tan necesarias para un acercamiento
al remoto y poético mundo que nos describe Murasaki.
Este primer volumen de La historia de Genji es en sí mismo un libro completo, pues narra,
a través de los primeros 41 capítulos de la obra, toda la historia del príncipe Genji, desde que
recibe su nombre en el pabellón de la paulonia, hasta su muerte solitaria en un templo en
donde vive retirado del mundo. Los once capítulos que componen el segundo volumen
narran, principalmente, las vicisitudes amorosas del «hijo» de Genji y de su segundo nieto
culminando esta larga saga familiar que abarca más de 75 años.
Jordi Fibla, reconocido por la calidad de sus numerosas traducciones de literatura anglosajona,
ha traducido también, junto a su mujer, japonesa, algunas obras literarias de Japón
a partir de su lengua original. Es un buen conocedor de la cultura nipona, dentro de cuyo
ámbito La historia de Genji siempre ha ocupado para él un lugar destacado.
Murasaki Shikibu (973 ? c.1013) perteneció a una familia aristocrática de rango medio. En
998 contrajo matrimonio, pero enviudó dos años después. Su destino en la corte estaba dedicado
principalmente al servicio de compañía de la emperatriz Akiko, en gran parte debido a
su gran talento como narradora. Murió a los cuarenta años. De su vasta obra se conservan
algunos fragmentos de su diario, un buen número de poemas y esta obra
clásica que encabeza las letras japonesas.
A pesar de que en su tiempo fue reconocido su enorme talento, muy poco es lo que se conoce de la vida de la escritora. Tal vez haya nacido en el 975, tal vez haya muerto en el año 1014. Ni siquiera se sabe su auténtico nombre. Se sabe que era hija de un erudito aunque poeta sin talento, apasionado por la literatura, que enseñó a su hija la lengua china y sus clásicos, pero también le transmitió el amor por la literatura de sus antepasados. Dicen que su padre lamentaba que aquella niña tan inteligente no hubiese nacido varón para continuar el prestigio literario de la familia. Sin embargo, llevó a su joven hija con él a través de un largo viaje por el Imperio. Se sabe que a los veintinueve años Murasaki vivía en la Corte como dama de compañía de la inteligente emperatriz Akiko. Entre el año 1008 y el año 1010 compone su diario, tal vez simultáneamente a la composición de La novela de Genji.