Las palabras son como minúsculas dosis de veneno que pueden tragarse sin que uno se dé cuenta. A primera vista parecen no tener efecto y luego, al poco tiempo, se manifiesta la reacción tóxica. Sin duda, el arma más letal es el lenguaje. El uso manipulador del lenguaje es tan antiguo como el dominio de unos seres humanos sobre otros. Todos los dominadores, magos, religiosos, políticos, económicos, intelectuales, etc., utilizaron las palabras para confundir, aterrorizar, ocultar y mantener la ignorancia sobre las verdaderas relaciones de dominio y explotación. Por eso, para ser verdaderamente libres es preciso desarrollar un pensamiento crítico, independiente. Pero en el lenguaje de la educación, la economía, los medios, la política, etc., predominan los términos utilizados deliberadamente para confundir, para intoxicar las mentes. Lewis Carroll, en un pasaje de Alicia en el país de las maravillas, lo expresó de forma insuperable en el diálogo entre Alicia y Humpty Dumpty: Cuando uso una palabra dijo Humpty Dumpty, ésta quiere decir lo que quiero que diga, ni más ni menos. La pregunta es insistió Alicia si se puede hacer que las palabras puedan decir tantas cosas diferentes. La pregunta dijo Humpty Dumpty, es saber quién es el que manda eso es todo. En La intoxicación lingüística Vicente Romano examina el empleo del lenguaje cuando está deliberadamente dirigido a crear confusión en las conciencias y a ocultar la realidad, y los mecanismos mediante los cuales la manipulación es posible.