En 1920, el barrio de Asakusa era un lugar que permitía el anonimato, la libertad, la deriva; un lugar donde la vida fluía por todas partes, lleno de placeres sexuales y sociales. Comparada con Dublineses de James Joyce y Berlin Alexanderplatz de Alfred Döblin, esta novela de Yasunari Kawabata retrata la energía desbordante de Asakusa mediante la crónica, el relato popular, las escenas callejeras y un ritmo cinematográfico. Testimonio impar del choque de las tradiciones milenarias de Japón con el florecimiento de la ciudad moderna, La pandilla de Asakusa confirma el carácter universal de uno de los artistas más eminentes del siglo xx.
Yasunari Kawabata, premio Nobel 1968, se suicidó a los setenta y dos años de edad, y a pesar de haber escrito más de doce mil páginas de novelas, cuentos y artículos, no redactó ni una nota que ayudara a explicar las razones de su decisión. Huérfano a los tres años, crítico literario en sus inicios, insomne perpetuo, admirador de la obra de Joyce y Virginia Woolf, cineasta juvenil, lector voraz tanto de Tolstói como de las vanguardias europeas y solitario empedernido, Kawabata permaneció al margen de la política de su país durante la segunda guerra mundial. Fue además mentor y difusor de Yukio Mishima. Entre sus obras, muchas de ellas marcadas por la soledad y el problema del erotismo, destacan: La bailarina de Izu (1926), País de nieve (1948) y La casa de las bellas durmientes (1961).Conocedor del budismo, y sin embargo ateo, en su juventud Kawabata profetizó que la literatura llegaría a sustituir a la religión.