«La filosofía, más que ninguna otra disciplina, necesita ser vivida», escribe García Morente al inicio de estas lecciones, refiriéndose a la falta de sentido de dar una definición de filosofía sin haberla «explorado» antes como una vivencia. Y como toda
Manuel García Morente (1886-1942) fue uno de los más importantes filósofos españoles de la primera mitad del siglo XX. Sólidamente formado en Francia y en Alemania, influido a la vez por la filosofía de Bergson y por la escuela neokantiana de Marburgo, halló luego cauce a su propio pensamiento en el espíritu de la fenomenología y en la filosofía de la vida de Ortega y Gasset. Catedrático de Ética durante treinta años en la Universidad de Madrid, autor de libros y ensayos filosóficos de claridad excepcional sobre temas muy sugestivos y diversos, traductor infatigable, promotor de empresas universitarias, conferenciante y publicista brillante, García Morente experimentó durante la Guerra Civil una profunda conversión religiosa y, tras desempeñar dos cátedras en la Argentina, acabó su vida como sacerdote en el Madrid de la inmediata posguerra, abriéndose entonces su pensamiento al influjo de la filosofía y la teología de santo Tomás de Aquino.