No son frecuentes las obras que, por distintos motivos, consiguen atraer la atención de sucesivas generaciones de lectores y estudiosos; obras que por extrañas razones o sinrazones ejercen una clara seducción, no se sabe muy bien si debido a su contenido o a una leyenda que el tiempo no hace sino acrecentar. Bitácora o prontuario, "Los raros" de Rubén Darío es un ejemplo de estos libros poco habituales. En él se cartografían las vidas de los escritores más admirados por su autor, quien, partiendo de un itinerario autobiográfico en lo literario y en lo intelectual, acaba por brindarnos además un mapa estético y moral de sí mismo. Publicado por primera vez en 1896, el mismo año que "Prosas profanas", y ampliado en 1905, "Los raros" no es solo un episodio más en la escritura de Darío, sino un hito decisivo en la literatura del XIX, que concentra a escala los sentidos, tendencias y posibilidades del fin de siglo al tiempo que hace las veces tanto de responso de un pasado inmediato como de celebración de una nueva literatura auroral.
Rubén Darío (Nicaragua, 1867-1916) representa uno de los grandes hitos de las letras hispanas, no sólo por el carácter emblemático de algunos de sus títulos como Azul... (1888), Prosas profanas (1896) y Cantos de vida y esperanza (1905) sino por las dimensiones de renovación que impuso a la lengua española, abriendo las puertas a las influencias estéticas europeas a través de la corriente que él mismo bautizó como Modernismo. Pero como decía Octavio Paz su obra no termina con el Modernismo: lo sobrepasa, va más allá del lenguaje de esta escuela y, en verdad, de toda escuela. Es una creación, algo que pertenece más a la historia de la poesía que a la de los estilos. Darío no es únicamente el más amplio y rico de los poetas modernistas: es uno de nuestros grandes poetas modernos, es «el príncipe de las letras castellanas».