En Mamá se quiere morir. . . y no hay manera se descubren nubes y nubarrones avanzando amenazantes hacia La Jaralera, ese remanso de paz que gobiernan los Sotoancho desde hace más de doscientos años y que gracias a las tierras heredadas del tío Juan José ha ampliado sus dominios hasta las 40.000 hectáreas. Esas nubes tienen nombre de torero, Farolitos, un joven novillero que ha conquistado el fogoso corazón de Marsa, actual mujer del marqués, a quien en un arranque de amor taurino ha prometido brindarle su primer toro en el coso de la Maestranza durante una de las corridas de la Feria de Sevilla. Por si no fuera poco, Mamá, la marquesa viuda de Sotoancho, decide tras noventa y muchísimos años de existencia que ya ha llegado el momento de morir, de abandonarse a la muerte. Pero claro, una salud de kevlar aderezada con varios lingotazos de ginebra diarios entorpecen el camino de la guadaña e incluso de la madre naturaleza, dotando a esta malvada nonagenaria de una resistencia envidiable hasta por los numantinos. Cuernos, celos, extraños secuestros, nacionalidades, velatorios y vacas lecheras que embisten como Miuras son algunos de los ingredientes de esta nueva entrega de las aventuras y desventuras del irrepetible marqués de Sotoancho.