Proseguimos en este volumen la publicación de una de las obras diarísticas más impresionantes del siglo xx, la que hasta el final de sus días llevó a cabo el escritor alemán Ernst Jünger. Nuevamente, en estas páginas se despliegan las diversas facetas del autor: el viajero incansable por el Mediterráneo y el extremo Oriente. el entomólogo absorbido por sus «cazas sutiles». el botánico capaz de extasiarse y extasiar al lector ante el más humilde brote. el bibliómano apasionado y lector voraz de libros de viajes o de clásicos como Schopenhauer o Nietzsche. el pensador inquieto por los avances alienadores de la técnica, el aumento del titanismo y la muerte de los dioses... En los años comprendidos en este volumen, Jünger escribió obras tan fundamentales como El problema de Aladino o El autor y la escritura, en las que continúa reflexionando sobre las relaciones entre la modernidad y la trascendencia. Prosiguió asimismo su interesantísima correspondencia con los viejos amigos, como su editor Ernst Klett, o Carl Schmitt. Todo ello aparece aquí fielmente anotado, junto con observaciones acerca del lenguaje, descripciones de cuadros, curiosidades librescas, comentarios sobre sueños una forma esencial de conocimiento, según el autor, apuntes de viaje, iluminadoras divagaciones sobre los arquetipos históricos... Como en anteriores volúmenes, también aquí la transparente prosa de Jünger consigue transmitir al lector la insaciable curiosidad de uno de los mayores memorialistas del siglo xx.
Escritor alemán nacido en Heidelberg. A lo largo de sus 103 años, se transformó en uno de los hitos culturales fundamentales del siglo, no sólo en Alemania, sino en todo Occidente. Inmerso en un siglo convulso, portavoz no oficial de la Kultur germana tan denostada entre 1914 y 1945, sufre en su propia carne los prejuicios que la propaganda achaca a esta Kultur en todo su sentido negativo, prejuicios que, por extensión, no han dudado en esgrimir sus detractores en todo tiempo y lugar. No obstante, al conocedor de su obra no le queda más remedio que doblegarse y, aún no estando de acuerdo con todos sus postulados, reconocer su relevancia en el desarrollo cultural del siglo XX. Participó como voluntario en la primera guerra mundial. La experiencia de aquellos años terribles quedó reflejada en Tempestades de acero, primer tomo de sus Diarios. Terminada la contienda, alternó su afición a escribir y viajar con los estudios de zoología y filosofía. Dentro del conjunto de su extensa obra, ocupan una posición central los Diarios, que ofrecen el testimonio de una trayectoria intelectual que se extiende a lo largo de casi ochenta años. Su obra, polémica donde las haya, ha ido sobreviviendo a los avatares de la Historia gracias a la sedimentada lucidez con la cual ha vivido y dado cuenta, desde una posición personal siempre incómoda y delicada, de los acontecimientos que han ido marcando un siglo cargado de convulsiones de toda índole. Escribió entre otras obras, Acercamientos, La emboscadura, El libro del reloj de arena, Radiaciones (Vol. 1 Diarios de la Segunda Guerra Mundial), Radiaciones (Vol. 2 Diarios de la Segunda Guerra Mundial), Pasados los setenta I (Radiaciones Vol. 3), Tempestades de acero, La tijera, El tirachinas y El trabajador.