De la legendaria figura de Pitágoras se dice que fue un gran matemático al que se atribuyen audaces hipótesis en astronomía o en música. Pero, además, Pitágoras habría sido, según Cicerón, el primero en haber usado el calificativo de filósofo, que se aplicó precisamente a sí mismo. ¿Qué significa esto?, ¿qué añade al científico Pitágoras la condición de filósofo? Para encontrar una respuesta, el prestigioso filósofo Víctor Gómez Pin se remonta a las florecientes ciudades marinas de Jonia (Mileto, Samos, Éfeso), donde seis siglos antes de nuestra era se asentaron las bases sobre las que se erigió la filosofía. En este libro asistimos, así, a la infancia de esta disciplina, una infancia afortunada en la que se generaron interrogantes que siguen plenamente vigentes en nuestros días.
Desplazado desde muy joven a París, Víctor Gómez Pin estudió en la Sorbona, donde obtuvo el grado de Doctor de Estado con una tesis sobre el orden aristotélico (publicada en París por Anthropos y ulteriormente traducida al español por Ariel bajo el título El orden aristotélico). Tras años de docencia en Dijon y París, obtuvo una cátedra en la Universidad del País Vasco con una investigación sobre los aspectos filosóficos del cálculo diferencial. Actualmente es catedrático de la U. A. B., donde enseña Gnoseología e introducción al Pensamiento Matemático. Es coordinador del Congreso Internacional de Ontología, cuyas últimas ediciones se han celebrado bajo el patrocinio de la UNESCO. Es asimismo vicepresidente de la Sociedad Ibérica de Filosofía Griega. Es autor de una veintena de obras y obtuvo el premio Anagrama de Ensayo en 1989 por su libro Filosofía, el saber del esclavo. Entre sus obras destacan también El drama de la ciudad ideal, Límites de la conciencia, El infinito, Descartes, la exigencia filosófica, La dignidad y La tentación pitagórica.