¿Qué hacen tres críos cuando no hay colegio, en los largos días de la Semana Santa? ¿Y si además la casa entera es para ellos solos y pueden vivir y jugar sin la presencia de los adultos? Sin embargo, a Diego, Anita y Tomás les cuesta trabajo levantarse de la cama cada mañana pues ellos mismos han convertido el sótano en un mausoleo. Allí abajo se corrompen los restos de personas cuyas vidas y muertes no serán ajenas a las pesadillas de estas criaturas inocentes. Una inocencia de la que ni ellos mismos están seguros. Carlos Pérez Merinero, quizá el autor más iconoclasta y excesivo con que ha contado la novela negra española, da otra vuelta de tuerca y se atreve a convertir la peor de las pesadillas en un ingrato cuento infantil para adultos. En esta novela se funde el habitual regusto por la violencia del autor con la cinefilia, evocando imágenes inquietantes de clásicos del cine como La noche dei cazador. Quien recuerde filmes guionizados por Merinero, como Amantes (1991), de Vicente Aranda, o diversos capítulos de la serie televisiva La Huella del Crimen (19841990), sabrá que lo suyo no es cosa de niños.
Carlos Pérez Merinero, quizá el autor más iconoclasta y excesivo con que ha contado la novela negra española, da otra vuelta de tuerca y se atreve a convertir la peor de las pesadillas en un ingrato cuento infantil para adultos. En esta novela se funde el habitual regusto por la violencia del autor con la cinefilia, evocando imágenes inquietantes de clásicos del cine como La noche del cazador. Quien recuerde filmes guionizados por Merinero, como Amantes (1991), de Vicente Aranda, o diversos capítulos de la serie televisiva La Huella del Crimen (1984-1990), sabrá que lo suyo no es cosa de niños.