Un brillante golpe de efecto en formato poema, un canto a los perdedores, a los actores secundarios, a los vencidos...
Porque también hay épica en la derrota. A un lado del cuadrilátero, con calzón azul y casi 6000 trillones de toneladas, el mundo. Y al otro lado estás tú.
Se intuye un combate desigual.
Y es cierto: vas a acabar besando la lona. Pero quizás después de leer este libro lo puedas ver con mis ojos:
Besar la lona no es caer, es darle las gracias al suelo. Antonio Carreño reivindica a través de una escritura brillante y de golpe de efecto la importancia del segundo plano, la épica de la derrota, la grandeza de los actores secundarios y de los perdedores. Porque aprender a volar exige muchas horas de suelo. Críticas:
«He de reconocer que, a estas alturas de la representación, creía impensable que ningún meteorito poético hiciera impacto en mí, pero el cabrón de Antonio lo ha conseguido. En el centro del pecho. Touché (...) Tras deglutir hipnotizado la lengua de Antonio, tengo la sensación de que Carreño estaba ahí desde el primer momento, justo a mi lado, los dos a la sombra del triunvirato vencedor, pero que, paradójica e inexplicablemente, nunca habíamos enfrentado nuestras miradas».
Del prólogo de Kutxi Romero
Antonio Carreño López (Alicante, 6 de diciembre de 1986). La primera palabra que salió de mi boca fue «Quique», el perro de mis abuelos. Pocos años después llegaron Zara y Flecha. A ellas les contaba todo lo que callaba a las personas. Cuando se marcharon, cambié las confidencias animales por los diarios. Los diarios pasaron a ser relatos y los relatos se acabaron convirtiendo en poesía. Me licencié en veterinaria porque de algo hay que morirse. Durante un tiempo fui inspector de sanidad, y hasta ese momento no supe que existía otra forma de cerrar bares. Luego vinieron otros empleos pero, como reza La historia interminable: esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.