Agostino es la historia de un despertar sexual, de la abrupta pérdida de la inocencia por parte de un atormentado adolescente de la burguesía romana; es el relato de su educación sentimental, que se consuma en el seno de una idílica relación madre-hijo en la que el amor materno es correspondido por un sentimiento ambivalente: una atracción a la vez ingenua e impura, etérea y carnal, que empieza a fermentar en Agostino el día en el que su madre, una viuda joven y cargada de sensual vitalidad, conoce, durante unas vacaciones en la playa toscana, a un hombre con el que coquetea.
Su inesperada aparición desata en Agostino una inquietud hasta entonces desconocida. El brusco descubrimiento de que su madre es, también y antes que nada, una mujer convierte su inocente sentimiento de admiración y amor filial en una edípica pulsión erótica que turba al adolescente. Desorientado y resentido, en un orgulloso acto de rebelión, Agostino intenta liberarse del dulce yugo materno y se integra en una pandilla de gamberros que lo repele y lo atrae, y a la que se aferra con masoquista determinación para superar la crisis existencial que marcará su ingreso en la edad adulta.
Escrita en 1942 y rechazada por la censura fascista, esta novela, que asienta las bases del estilo narrativo de Moravia, fue finalmente publicada en 1945 y le valió al autor el primero de una larga lista de reconocimientos literarios.
Alberto Moravia, pseudónimo de Alberto Pincherle (Roma 1907-1990) empezó su actividad en 1927 colaborando en la revista 900. Todavía muy joven y convaleciente de una tuberculosis, comenzó a escribir acerca de las dificultades morales de las personas socialmente alienadas. Trabajó durante muchos años en Il Corriere della Sera y representó a Italia ante el Parlamento Europeo desde 1984 hasta su muerte. Desde su primera novela, Los indiferentes, se perfila una trayectoria narrativa caracterizada por la descripción y la crítica frontal de los vicios de la sociedad del siglo XX, más allá del naturalismo o del realismo decimonónico. Un distanciamiento pesimista y amoral vuelve a aparecer en Las ambiciones defraudadas, El desprecio y La mascarada, gracias a un estilo narrativo deliberadamente monótono, gris, preciso. Además de estos títulos también escribió La romana, Agostino, El conformista, La campesina y El tedio; y varios libros de viajes y recopilaciones de artículos periodísticos.