1. Fotografía de difuntos
2. Estudios fotográficos
3. Rituales funerarios
4. Memoria y duelo
5. Secretos familiares
6. Fotografía y recuerdo
7. Vida después de la muerte
8. Relaciones intergeneracionales
9. Imágenes mortuorias
10. Impacto emocional de las imágenes funerarias
La propietaria de un estudio fotográfico al borde del cierre, recibe el encargo más insólito de toda su carrera: retratar a un difunto el día de su entierro. Aprenderá que esas imágenes son necesarias para recordar a quienes hemos amado, pero también descubrirá que algunas de ellas guardan secretos oscuros que jamás deberían ser revelados, y sobre todo que hay muertos que se abalanzan sobre la memoria de los vivos.
Miguel Ángel Hernández (Murcia, 1977) es profesor de Historia del Arte en la Universidad de Murcia. Ha sido director del CENDEAC (Centro de Documentación y Estudios Avanzados de Arte Contemporáneo) y Research Fellow del Clark Art Institute (Williamstown, Massachusetts). Es autor de los libros de relatos Cuaderno [...] duelo (2011) e Infraleve: lo que queda en el espejo cuando dejas de mirarte (2004). Sus microrrelatos, publicados en la plaquette Demasiado tarde para volver (2008), aparecen en Por favor, sea breve 2 (2009) y Antología del microrrelato español (1906-2011) (2012). Entre sus libros de ensayo y crítica de arte destacan Materializar el pasado. El artista como historiador (benjaminiano) (2012), Robert Morris (2010), La so(m)bra de lo Real: el arte como vomitorio (2006) y la edición de Art and Visibility in Migratory Culture (2012, con Mieke Bal). Colabora regularmente con varias revistas nacionales e internacionales de arte y cultura visual y, desde 2006, mantiene el blog No(ha)lugar (nohalugar.blogspot.com). Sobre su narrativa se ha escrito: «Una sensibilidad espléndida y unos ecos narrativos ?Blanchot, Beckett, Bernhard? de primerísimo orden» (Ricardo Menéndez Salmón, Numerocero.es); «Hay pensamiento y humanidad, unas páginas donde la ambición se ha visto largamente recompensada por el logro» (Javier Moreno, Quimera); «Un texto de altísimo valor literario, sugerente, vigoroso, repleto de lirismo» (José Belmonte, Ababol).