Figura que poco a poco pero con fuerza incontenible ha ido haciéndose en el último siglo con un lugar descollante en la lírica universal, Emily Dickinson (1830-1886) se revela como poeta inclasificable, aunque imprescindible, pues pocas figuras han transitado como ella por el sutilísimo filo que separa el ser del no ser, el exterior del interior, la plenitud del vacío, la palabra del silencio. La presente antología bilingüe reúne ciento un poemas que, pese a tomar como criterio preferente su imagen más ?gótica?, la más decadente y fuerte, la que justifica su lugar entre los grandes, la que más se acerca a nuestra modernidad, incluye asimismo, como necesario contrapunto, algunas de sus composiciones más tempranas y amables.
Selección y traducción de Amalia Rodríguez Monroy
La poetisa norteamericana
Emily Dickinson nació en Amherst,
Nueva Inglaterra, en 1830. Estudió en la Academia de Amherst y en el Seminario
Femenino de Mount Holyoke, Massachusetts, donde se formó en un ambiente
calvinista muy rígido, contra el que manifestó un obstinada rebeldía, pero que
impregnó profundamente su extraña concepción de Universo.
Emily
Dickinson se aisló muy pronto del mundo y no admitió, a partir de entonces,
entrar en contacto con nadie que no estuviera a la altura de sus conocimientos
y de sus afectos, como lo estuvieron, por ejemplo, sus cuatro preceptores :
Benjamin Franklin Newton, quien le hizo leer en edad muy temprana a Emerson, y
luego el reverendo Charles Wadsworth, el escritor Samuel Bowles y el Juez Otis
P. Lord, con quienes mantuvo una correspondencia abundante y asidua a la que
hoy recurren todos aquellos que desean ahondar en la aventura espiritual de tan
peculiar personalidad.