«La felicidad nunca es completa. ¿Por qué, con tanta frecuencia, una oleada de felicidad provoca la angustia de perderla? Sin sufrimiento, ¿podríamos amar? Sin angustia y sin pérdida afectiva, ¿tendríamos necesidad de seguridad? El mundo sería insulso y tal vez no sentiríamos el gusto de vivir en él.» Boris Cyrulnik Boris Cyrulnik ha escrito uno de sus libros más ambiciosos, un texto de lectura gozosa, del que ya se han vendido más de 300.000 copias en Francia, que aclara y enseña cosas extraordinariamente útiles sobre un tema tan complejo como la enorme influencia de la conexión entre lo físico y lo espiritual, o entre lo neurológico y lo psíquico, en nuestro desarrollo personal dentro del mundo. Nuestro desarrollo como individuos y en sociedad, las decisiones valientes que tomemos cada día, el gusto por el intercambio con otras personas, el afecto compartido, la pasión que pongamos en lo que hagamos, el ansia de aprender cosas nuevas, la actitud positiva que tengamos ante la existencia, en definitiva, va a hacer que en nuestro cerebro se produzcan reacciones químicas que aumentarán nuestra sensación de placer y bienestar y amplificarán nuestra sensación de felicidad. Para Boris Cyrulnik, la mejor metáfora de la existencia es la de Anna Freud comparando la vida a una partida de ajedrez: las primeras jugadas son muy importantes, pero hasta que la partida no se termina, quedan algunas hermosas jugadas que hacer.
Boris Cyrulnik. Nacido en Burdeos en 1937 en una familia judía, sufrió la muerte de sus padres en un campo de concentración nazi del que él logró huir cuando sólo tenía 6 años. Tras la guerra, deambuló por centros de acogida hasta acabar en una granja de la Beneficencia. Por suerte, unos vecinos le inculcaron el amor a la vida y a la literatura y pudo educarse y crecer superando su pasado.
No es ni mucho menos gratuito que el Dr. Cyrulnik haya indagado tan a fondo en el trauma infantil: con siete años vio cómo toda su familia, emigrantes judíos de origen ruso, eran deportados a campos de concentración de los que nunca regresaron. "No es fácil para un niño saber que le han condenado a muerte". Era el típico caso perdido, un "patito feo" condenado a llegar a la edad adulta convertido en un maltratador, un delincuente o un tarado.
Boris Cyrulnik se transformó en un neuropsiquiatra, psicoanalista y estudioso de la etología, siendo uno de los fundadores de la etología humana.