El ser humano, el único que tiene un lenguaje y, por tanto, una conciencia en el sentido más amplio de ambos términos, parece repudiar esa condición e intentar identificarse, por un lado, con autómatas de distinto tipo y, por otra, con los animales. Esto puede deberse a un intento de rehuir, de esa manera, la certidumbre de la muerte que la conciencia humana lleva consigo. En este libro, Gómez Pin reivindica la causa del hombre, frente a la pretensión de humanizar tanto a los animales como a las máquinas.
Desplazado desde muy joven a París, Víctor Gómez Pin estudió en la Sorbona, donde obtuvo el grado de Doctor de Estado con una tesis sobre el orden aristotélico (publicada en París por Anthropos y ulteriormente traducida al español por Ariel bajo el título El orden aristotélico). Tras años de docencia en Dijon y París, obtuvo una cátedra en la Universidad del País Vasco con una investigación sobre los aspectos filosóficos del cálculo diferencial. Actualmente es catedrático de la U. A. B., donde enseña Gnoseología e introducción al Pensamiento Matemático. Es coordinador del Congreso Internacional de Ontología, cuyas últimas ediciones se han celebrado bajo el patrocinio de la UNESCO. Es asimismo vicepresidente de la Sociedad Ibérica de Filosofía Griega. Es autor de una veintena de obras y obtuvo el premio Anagrama de Ensayo en 1989 por su libro Filosofía, el saber del esclavo. Entre sus obras destacan también El drama de la ciudad ideal, Límites de la conciencia, El infinito, Descartes, la exigencia filosófica, La dignidad y La tentación pitagórica.