La génesis de «La Fuerza de la Razón» es tan sorprendente como su contenido. Oriana Fallaci quería entregarnos sólo un postscriptum titulado «Dos años después» es decir un breve apéndice a la trigésima edición de «La Rabia y el Orgullo». (Más de un millón de ejemplares vendidos en Italia y bestseller en los numerosos países en los que ha sido traducido). Pero cuando terminó su trabajo se dio cuenta de que había escrito otro libro. Esta vez, Oriana Fallaci parte de los inciviles ataques y de las amenazas de muerte que recibió por «La Rabia y el Orgullo» e, identificándose con un tal Mastro Cecco que por culpa de un libro en 1328 fue quemado vivo por la Inquisición, se presenta, como una Mastra Cecca que siete siglos después, herética irreductible y reincidente, sigue sus pasos. Entre la primera y la segunda hoguera, un rigurosísimo análisis de lo que llama el Incendio de Troya, es decir, de una Europa que, a su juicio, ya no es Europa, sino que se ha convertido en Eurabia, colonia del Islam. (El Italia en un baluarte de dicha colonia). Un análisis en clave histórica filosófica moral y política, afrontando como en ella es habitual temas que nadie se atreve a abordar y sometiéndolos a su impecable lógica. «La Fuerza de la Razón» es un himno a la razón y a la verdad. En ella, el lector encontrará un pozo de ideas y noticias expresadas incluso por medio de vivencias personales. (Inolvidable el capítulo en el que Fallaci se declara ateacristiana). Encontrará también una extraordinaria madurez de pensamiento y páginas de un humorismo irresistible. (Véase, por ejemplo, las «cartitas» y la crónica imaginaria del auto de fe en el que es quemada viva Mastra Cecca).
Nacida en 1930 en Florencia, fue educada en una familia antifascista y su padre fue líder en la lucha contra Mussolini. Como periodista colaboró con publicaciones como Il Corriere della Sera, Le Nouvel Observateur, Der Stern, Life, The New York Times o The Washington Post. Como corresponsal de guerra cubrió los principales conflictos de nuestro tiempo: Vietnam, las revoluciones latinoamericanas (Brasil, Perú, Argentina, Bolivia, así como de la Masacre de Tlatelolco en Ciudad de México, donde fue una de las únicas supervivientes tras ser alcanzada por disparos de la policía), Líbano y Kuwait.
Fallaci se hizo célebre por sus desafiantes entrevistas con figuras poderosas como Willy Brandt, Lech Walesa, Moammar Gaddafi, Ariel Sharon, el Shah de Irán, Indira Gandhi o Deng Xiaoping. Fue la única persona en entrevistar al ayatolá Jomeini a quien, en un momento que ha pasado a la historia del periodismo, lanzó con furia su chador tras hacerlo trizas. Terminó sus días amargamente decepcionada con la cultura occidental por fracasar ante el auge del Islam radical. Falleció en su Florencia natal el 15 de septiembre de 2006.