REUNIMOS en este tomo tercero y último de las Poesías completas de Emily Dickinson los poemas que van del 1201 al 1775, según la edición canónica de Johnson (1955). Pocos la vieron, entre nosotros, como Juan Ramón Jiménez, que escribió sobre ella lo siguiente: Un poeta es un ser en gracia que da destellos y permanece lleno de su secreto, que nace, vive, muere y permanece como un tesoro del que regalará joyas menores, que lleva su reserva mayor a la nada para enriquecerla; esto es, un poeta es un enriquecedor, un abolidor verdadero, de la nada. ¿Qué conciencia más rica que la de un poeta de esta naturaleza? E. D. fue eso, una mujer en gracia, que se llevó el secreto del mundo a la eternidad, por si estaba vacía; que se llevó el mundo querido de la ausencia de su vida humana al universo de su presencia definitiva, por si acaso. Cada vez que E. D. vuelve a la presencia poética, después de los olvidos, vuelve para dar ejemplo vital y estético a una jeneración nueva que encuentra en sus metáforas, sus escapes, y sus paradojas, todo trascendente, una perpetua renovación de ella y de ellos. Siempre está viva y nueva; mejor, siempre está resucitada.
Emily Dickinson nació en Amherst (Massachusetts, Estados Unidos), en 1830, y allí también falleció en 1886.
La poetisa norteamericana
Emily Dickinson nació en Amherst,
Nueva Inglaterra, en 1830. Estudió en la Academia de Amherst y en el Seminario
Femenino de Mount Holyoke, Massachusetts, donde se formó en un ambiente
calvinista muy rígido, contra el que manifestó un obstinada rebeldía, pero que
impregnó profundamente su extraña concepción de Universo.
Emily
Dickinson se aisló muy pronto del mundo y no admitió, a partir de entonces,
entrar en contacto con nadie que no estuviera a la altura de sus conocimientos
y de sus afectos, como lo estuvieron, por ejemplo, sus cuatro preceptores :
Benjamin Franklin Newton, quien le hizo leer en edad muy temprana a Emerson, y
luego el reverendo Charles Wadsworth, el escritor Samuel Bowles y el Juez Otis
P. Lord, con quienes mantuvo una correspondencia abundante y asidua a la que
hoy recurren todos aquellos que desean ahondar en la aventura espiritual de tan
peculiar personalidad.