Emily Dickinson (1830-1886) es sobradamente conocida de los lectores españoles. Prácticamente inédita en vida (como recordó Borges, pensaba que «publicar no es parte esencial del destino de un escritor»), su poesía, tan inagotable como cotidiana, ha ido alcanzando poco a poco el reconocimiento que sin duda merece, como uno de los nombres mayores no solo de la poesía norteamericana, sino de la universal. Esta muestra se atiene a la primera edición (1890) de su obra, cuyas peculiaridades respeta, dando así una imagen de cómo fue leída en su tiempo esta poesía, que es de las que pueden leerse en cualquier tiempo.
José Cereijo (1957) es autor de cinco libros de poemas y uno de relatos, Apariencias, publicado en esta misma editorial, así como de ediciones de la poesía de Leopoldo Panero (2009) y Javier Lostalé (2014), también aparecidas en Renacimiento.
Miranda Taibo (1981) es traductora licenciada de inglés y alemán por la Universidad Complutense de Madrid. Esta versión de Emily Dickinson es su primer trabajo publicado.
La poetisa norteamericana
Emily Dickinson nació en Amherst,
Nueva Inglaterra, en 1830. Estudió en la Academia de Amherst y en el Seminario
Femenino de Mount Holyoke, Massachusetts, donde se formó en un ambiente
calvinista muy rígido, contra el que manifestó un obstinada rebeldía, pero que
impregnó profundamente su extraña concepción de Universo.
Emily
Dickinson se aisló muy pronto del mundo y no admitió, a partir de entonces,
entrar en contacto con nadie que no estuviera a la altura de sus conocimientos
y de sus afectos, como lo estuvieron, por ejemplo, sus cuatro preceptores :
Benjamin Franklin Newton, quien le hizo leer en edad muy temprana a Emerson, y
luego el reverendo Charles Wadsworth, el escritor Samuel Bowles y el Juez Otis
P. Lord, con quienes mantuvo una correspondencia abundante y asidua a la que
hoy recurren todos aquellos que desean ahondar en la aventura espiritual de tan
peculiar personalidad.